Otro de los puntos que nadie se pierde en Bangkok es el templo de Wat Pho, más conocido como el templo del buda reclinado. esta gran figura de más de 45 metros de largo y de 15 de alto, recubierta en pan de oro es realmente espectacular.
Tremendamente difícil de fotografiar por sus dimensiones y por la gran afluencia de turistas, sobre todo de la vecina China, sin embargo merece la pena ser disfrutada.
En los estrechos pasillos laterales encontramos los tradicionales cuencos de donativos budistas, 48 si no mal recuerdo, y en los que los creyentes van depositando monedas uno a uno.
Pero no se quedan a la zaga el resto de templos y jardines del recinto, que alberga también una escuela de medicina tradicional y un convento de monjes budistas.
Así mismo como no podía fallar se encuentra un totem de fertilidad de gran arraigo en la capital Thai.
Cabe destacar la multitud de chimeneas, pirámides y túmulos cerámicos que alberga, y que con la luz ambiental reflejan mil matices de color, en armonías casi imposibles.
La arquitectura casi churigueresca de tejados y edificios, dejaría si duda buenas obras en manos de los especialistas como Carlos Suárez o Agustín Sagasti que sin duda encontrarían su nirvana particular aquí.
Y por supuesto disfrutar de los creyentes, monjes y visitantes, e incluso de momentos simpáticos que sin duda encintaréis.
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